El sufrimiento nos eleva a Dios
11:55 | Author: Fabián Acevedo T.

Transformaré su “Valle de Penas” en una “Puerta de Esperanzas”. (Oseas 2:15, La Biblia al día).

No es lo que tenemos, o lo que somos, o donde estamos, o lo que realizamos, lo que nos hace felices o desgraciados. Es lo que pensamos acerca de todo ello. Así, por ejemplo, dos personas pueden estar en el mismo sitio, ejecutando el mismo trabajo, ambas pueden tener sumas iguales de dinero e igual prestigio y sin embargo una es feliz y la otra no. ¿Por qué? Porque su actitud mental es diferente. La naturaleza de la lluvia es la misma, y sin embargo produce espinas en el pantano y flores en el jardín.

Algunas veces Dios permite que andemos a oscuras para mostrarnos que él es la luz. La siguiente historia acerca de un hombre que tenía la vida tomada por el mango, pero que al final se le desprendió, lo ilustra magistralmente:

Ladislao Vidal nació en España, de donde emigró a Cuba. Residía en un puerto llamado Mariel donde llegó a ser dueño de un almacén de ropa y a poseer un buen capital en dólares. Los miembros de una iglesia cristiana le regalaban folletos y libros y le invitaban a asistir a los cultos de la iglesia; pero Ladislao no prestaba atención. Los negocios iban bien, él se creía un hombre seguro, bueno, digno y justo. No sentía ninguna inquietud espiritual. Su negocio reclamaba toda su atención. Según decía, las cosas espirituales eran buenas para los viejos; pero él no las necesitaba.

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Allá por los años de 1930 al 32 se experimentó en Cuba una gran depresión económica y los negocios de Ladislao Vidal comenzaron a ir hacia abajo de una manera alarmante. Y al final vino el derrumbe y la ruina. Ante el desastre económico, su esposa se marchó a casa de sus padres, y Ladislao buscó refugio en casa de un hermano que vivía en Quiebra Hacha, lugar cercano a Mariel. Al verse allí sin hogar, sin esposa, sin trabajo, en la ruina total, iba todas las tardes

a una loma desde la que se veía la población de Mariel, y allí se sentaba a contemplar el lugar donde había quedado sepultada su fortuna y felicidad y como, no hay dolor más grande que acordarse del tiempo feliz en la desgracia, una tarde se echó a llorar como un niño y era tan grande su aflicción que decidió quitarse la vida. Regresó a la casa de su hermano, y al buscar un papel para escribir una nota explicando el motivo de su drástica decisión, se encontró un Nuevo Testamento; lo abrió y empezó a leer. El resultado fue que este hombre abrió la puerta de su corazón a Jesucristo, y con él entraron la paz y el gozo, una nueva vida y la esperanza de la gloria eterna.

Días más tarde Ladislao oraba con rostro radiante de regocijo: “Te doy gracias Dios porque he perdido todo lo que tenía en este mundo. La pérdida de los bienes materiales me condujo a buscar los bienes espirituales y eternos. Si no hubiera perdido todo mi dinero nunca te hubiera buscado ¡Gracias querido Dios por todo lo que me has dado, por todo lo que me has quitado y por todo lo que me has dejado!”

¿Ve usted como el sol de la esperanza brilla mejor cuando se asoma detrás de una nube de temores y aflicciones?sufrimiento2.jpg

Los golpes de la adversidad son muy amargos pero nunca son estériles. La prosperidad descubre nuestros vicios pero la adversidad descubre nuestras virtudes.

La adversidad es como un ventarrón: nos lo arranca todo, menos lo que no se puede arrancar, y así nos vemos como de verdad somos.

El fracaso debería enseñarnos humildad, pues no somos tan listos como a veces nos creemos, y el tener que inclinar la cabeza de vez en cuando añade algo a nuestra personalidad. Es bueno conocer nuestras debilidades, aprender nuestras limitaciones. Es posible que fracasemos en lo que hagamos, pero podemos tener éxito en lo que hayamos aprendido. ¡Y eso es ya un verdadero éxito! Recuerde: usted no esta acabado cuando le derrotan sino cuando se da por vencido.

Dios no permitiría jamás el mal si no fuese lo bastante poderoso y lo bastante bueno para sacar el bien de ese mismo mal. Confíe en que él no cierra una puerta sin abrir otra. Él sabe sacar el bien de lo que nos parece un mal. Si usted cree en la soberanía de Dios, como creo yo, sabe que Dios puede hacer que una mala decisión resulte en bien. Él puede hacer un milagro de una equivocación.

Para reflexionar en familia

1. ¿Puede usted creer que el comentario anterior es la manera como Dios ha pensado en usted?

2. Comparta alguna experiencia en que reconoce que Jesús le mostró su amor en el fracaso y le condujo a algo mejor.

“Algunos hombres son como vasos musicales: para que produzcan las notas más finas, tienes que mantenerles mojados”.

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